En 2020, el mundo experimentó una de las mayores crisis de salud global en su historia.
La pandemia de COVID-19 continúa exponiendo el vínculo existente entre las enfermedades no transmisibles (ENT), las enfermedades transmisibles y las emergencias sanitarias, y la necesidad de dejar de abordar los problemas de salud aisladamente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha anunciado que la prevención y el tratamiento de las ENT y las enfermedades mentales deben ser prioridad en 2021. Las ENT representan ahora 7 de las 10 principales causas de muerte. El año pasado, vimos el impacto devastador de la COVID-19 en las personas que viven con ENT, desde el alto riesgo y la mortalidad hasta la interrupción de los servicios de atención médica esenciales.
El año pasado,
la evidencia científica, el sector de profesionales de la salud y las pautas gubernamentales sobre el autoaislamiento en la pandemia de COVID-19 mostraron muchas intersecciones entre la COVID-19 y las ENT. Las personas mayores de 60 años y las que viven con ENT y otras condiciones que incluyen hipertensión y obesidad tienen un riesgo sustancialmente mayor de enfermarse gravemente, o morir a causa del virus.