Air pollution | © Foto-Rabe from Pixabay

Combatir la contaminación del aire por la salud pública: lecciones aprendidas de la lucha contra el tabaco

23 de octubre de 2019

La mayoría de las personas dicen que nunca volverían a los días en que los restaurantes, las oficinas e incluso los aviones estaban llenos de humo de cigarrillo. Algún día, podremos hablar sobre la contaminación del aire de la misma manera, pero los gobiernos tendrán que tomar un camino similar para llegar allí.

Ahora se sabe que la contaminación del aire, generada en gran medida por la producción y la combustión de combustibles fósiles, llega a todas las partes del cuerpo, causando una amplia gama de enfermedades mortales. Entonces, ¿por qué no vemos carteles con fotos horribles y advertencias de que los combustibles fósiles matan, cada vez que llegamos a la estación de servicio? La lucha contra el tabaco no ha sido fácil, y está lejos de terminar, pero se han dado algunos pasos importantes que salvan vidas. Gracias a las políticas de los gobiernos, así como a las convenciones internacionales como el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco de 2003, los mensajes de advertencia, las campañas antitabaco, las zonas libres de humo y los impuestos adicionales sobre los productos del tabaco son ahora parte de la vida cotidiana. ¿Por qué no hemos logrado lo mismo para la contaminación del aire?

Un camino difícil: luchar contra la industria de combustibles fósiles

Según la Organización Mundial de la Salud, el tabaco mata a más de 8 millones de personas cada año, con aproximadamente 1.2 millones de esas muertes ocurridas en no fumadores que sufrieron las consecuencias de inhalar humo de segunda mano. La contaminación del aire, por otro lado, mata a unos 7 millones de personas cada año, y ninguno de ellos eligió respirar aire contaminado.

Ahora sabemos que la contaminación tóxica del aire, causada en gran parte por la quema de combustibles fósiles, se filtra en cada célula del cuerpo. Las mujeres y los niños son los más afectados, debido a su mayor exposición a la contaminación del aire en el hogar, que es responsable de 4 millones de muertes cada año, principalmente en África y Asia, donde los combustibles fósiles se utilizan para cocinar en áreas con poca ventilación. El aire contaminado llega incluso a los bebés no nacidos. Sin embargo, la producción y el consumo de combustibles fósiles todavía no se trata como un problema de salud pública.

A la luz del daño que la quema de combustibles fósiles causa en nuestra salud, ecosistemas y clima, es sorprendente saber que nuestros gobiernos aún subsidian fuertemente a esa industria. A nivel mundial, los gobiernos proporcionan casi USD $ 300 mil millones en subsidios previos a los impuestos para los combustibles fósiles. Sin embargo, los combustibles fósiles imponen más de USD $ 2.7 billones en costos de salud. Por supuesto, la industria luchará como si sus vidas dependieran de ello, con poco respeto por la nuestra, para retener es apoyo económico tan generoso.

Hemos visto cómo las industrias de productos no saludables han respondido a las y los activistas de las ENT que los desafían. La industria del tabaco escribió la estrategia sobre cómo influir en los políticos para poner los intereses de las empresas por encima de la salud pública. Desde entonces, el alcohol, la comida chatarra, los refrescos y los grupos de lobing de los sectores industriales más contaminantes, incluidos los combustibles fósiles, han utilizado tácticas similares. Esta semana, hemos visto al CEO de Shell afirmar en los medios que no hay alternativa más que invertir en combustibles fósiles, porque los consumidores lo demandan, argumentos que recuerdan a los de la industria del tabaco hace décadas. Pero las y los consumidores y votantes contemporáneos se han vuelto más inteligentes y mucho menos propensos a aceptar la culpa del costo de estos productos asesinos. Por el contrario, estamos viendo una ola de protestas sin precedentes en todo el mundo, contra la contaminación del aire, el colapso climático y las especies en extinción, liderada por una nueva generación.

Dejar atrás a los combustibles fósiles 

La batalla contra la contaminación del aire y la industria de los combustibles fósiles apenas está comenzando, pero está en marcha. Reconocer los rápidos beneficios para la salud de esta acción acelerará la transición. En 2018, la Organización Mundial de la Salud reconoció a la contaminación del aire como un importante factor de riesgo para la salud, colocándola junto al tabaco, el consumo nocivo del alcohol, las dietas poco saludables y la inactividad física. También ha habido una serie de iniciativas nacionales y provinciales que han logrado verdaderos éxitos.

Algunos de estas iniciativas se describen en el informe de la Alianza de ENT (NCDA) de 2019 Burning Problems, Inspiring Solutions (Problemas extremos, Soluciones inspiradoras), como la reforma del subsidio a los combustibles fósiles en Indonesia y la eliminación gradual del carbón en Ontario. También se pueden aprender lecciones importantes de los "pioneros" que han tomado medidas para terminar con el apoyo y el uso de combustibles fósiles, como Francia, que aprobó una ley en 2017 que prohíbe toda exploración y extracción de petróleo y gas para 2040. A principios de 2018, Irlanda dio sus primeros pasos hacia una legislación similar.

Nueva Zelanda y Belice anunciaron el fin de las nuevas actividades de exploración en alta mar para petróleo y gas; y en mayo de 2018, el nuevo presidente electo de Costa Rica anunció un plan para prohibir permanentemente los combustibles fósiles y hacer de Costa Rica el primer país completamente descarbonizado del mundo.

Estas son solo algunas de las acciones cruciales que tienen lugar en todo el mundo que pueden inspirar y guiar a otros en la lucha contra la contaminación del aire por los combustibles fósiles. También se han identificado algunas áreas clave para las acciones. Éstas incluyen:

  • Nombrar y abordar a los combustibles fósiles como la causa raíz de la contaminación del aire y de las ENT resultantes, tal como se hizo con el tabaco. Esto también implica sensibilizar a la población sobre los efectos negativos para la salud, tanto a nivel local como mundial, de la combustión de combustibles fósiles, más allá de los ambientales
  • Regular e implementar medidas gubernamentales para frenar la producción y el uso de combustibles fósiles a través de los muchos instrumentos disponibles, como obtener precios de mercado correctos a través de la reforma de subsidios, medidas impositivas y la introducción de regulaciones que prohíben la producción y el consumo específicos de ciertos producto
  • Definir planes de transición adecuados, justos y equitativos para dejar atrás a estos productos no saludables, reconociendo las necesidades de aquellos grupos que dependen del petróleo, el gas y el carbón, ya sean consumidores o empleados.
Las victorias fáciles contra la industria de los combustibles fósiles, como con otras industrias de productos no saludables, son poco probables. Sin embargo, al igual que con el tabaco y las bebidas azucaradas, la evidencia que vincula a la contaminación de los combustibles fósiles con las ENT es innegable. Los avances pueden ser lentos, pero con paciencia y perseverancia, se logrará un cambio.

 


Acerca de la autora 

Nina Renshaw es la Directora de Políticas e Incidencia de la Alianza de ENT (NCDA) y es la responsable de liderar, desarrollar, implementar y administrar el trabajo de política global e incidencia de la Alianza de ENT. Nina tiene más de doce años de experiencia en política internacional e incidencia en diversos campos, como el medio ambiente, el transporte, la política industrial, los impuestos y la  salud. Comenzó su carrera en el sector privado en viajes y logística, y ganó experiencia en el sector público en la Dirección de Energía y Transporte de la Comisión Europea. Antes de unirse a la Alianza de ENT, tenía su sede en Bruselas, como Secretaria General de la Alianza Europea de Salud Pública (EPHA) y anteriormente como Directora Adjunta del grupo de campaña de Transporte y Medio Ambiente.